LA MUERTE
DE LA DEMOCRACIA Y EL VENDAVAL ECOLÓGICO
VÍCTOR M. TOLEDO
Hoy, a las múltiples crisis del mundo industrial se
agrega otra. Se trata del acta de defunción, empíricamente sustentada, de uno de
los pilares de la civilización occidental, pieza clave para la toma de
decisiones colectivas en sociedades complejas y baluarte del mundo moderno: la
democracia. Hoy, sólo los ilusos o los cínicos pueden seguir creyendo que la
institución surgida en la Grecia antigua cumple con los mínimos requisitos de
calidad y eficacia que requieren para subsistir las complejas sociedades
contemporáneas. En la era del capital corporativo, de los máximos monopolios
registrados en la historia, y del uno por ciento dominando al resto, la
democracia no sólo ya no funciona como instrumento de toma de decisiones, sino
que se ha convertido en el medio que justifica y legitima el contubernio entre
los poderes económicos y políticos del mundo. Ello permite y facilita la explotación
impía de los ciudadanos del planeta. Los ejemplos recientes de Rusia, Grecia,
España, Islandia y México han terminado de revelar el verdadero rostro de una
institución que se ha vuelto ineficaz e ilegítima y que es necesario
transformar con urgencia.
El contrato social establecido
entre hombres supuestamente libres e iguales con el propósito de maximizar la
libertad, el bienestar y la justicia ha quedado hecho añicos. Los que llaman a
reinventar la democracia se quedan cortos ante la evidencia, donde el capital
financiero y las gigantescas corporaciones imponen sus mandatos depredadores
sobre partidos y gobiernos, no importa su ideología, utilizando la vía
electoral para legitimarlos. La violencia que hoy ejercen los poderes sobre los
seres humanos y la naturaleza, principal rasgo de la sociedad de riesgo global,
halla su justificación en la llamada democracia representativa, la cual usa las
tecnologías de la comunicación como instrumentos de control. Pero lo más
preocupante es que esta forma de gestión política ya no es útil para enfrentar,
desactivar y remontar la amenaza ecológica, que día a día asciende en la escala
del riesgo, y que se vuelve una emergencia para todos los miembros de la
especie sin distinción de nacionalidad, ideología, credo, cultura e historia.
En unas décadas, el 2050, el cambio climático generará colapsos a todas las
escalas, mientras 9 mil millones de seres humanos exigirán ser alimentados,
educados, cobijados y dotados de salud, agua, aire y energía.
Frente a ello las comunidades
humanas reaccionan absteniéndose de participar, e inventando desesperadamente
otras maneras de decidir y consensuar. Las revueltas, sorpresivas e
impredecibles, ejemplifican ese desdén por la vía electoral. La democracia
representativa ha reducido al mínimo la obligación política del Estado frente a
los ciudadanos y ha maximizado los deberes civiles ante el poder estatal, tales
como el pago de impuestos, la sujeción a las decisiones centralizadas del
Estado, la pérdida de control sobre derechos, territorios y recursos. Hoy
comienzan a surgir, por fortuna, en la discusión teórica y en los movimientos
sociales, nuevas formas de realizar la toma colectiva de decisiones. La falla
nodal del sistema democrático actual es que la supuesta representatividad de los
elegidos por el voto, mediante partidos políticos que supuestamente representan
diferentes posiciones e ideologías, pierde todo significado cuando se coloca en
el espacio real de los territorios. ¿Qué argumento justifica que el poder
político altamente centralizado y reducido a unos cuantos cientos o miles de
representantes decida el destino de millones de seres humanos? Como sucede en
esta fase corporativa del capital, el monopolio político se autoasigna
atributos que exceden los límites tolerables de las comunidades humanas.
Mientras tanto, en el espacio real, a cada escala donde se reconoce la
existencia del metabolismo entre los conglomerados humanos y la naturaleza, las
mafias políticas representadas por el Estado y los partidos atentan
permanentemente contra los ciudadanos y su cuerpo orgánico o ambiental, es
decir, ponen en riesgo la existencia de la especie humana y del mundo natural.
Frente al modelo anacrónico de la
democracia, que privilegia y aun circunscribe toda la práctica política a la
escala nacional, hoy surgen nuevas formas de decisión colectiva de diferentes
escalas, y en donde la defensa y gestión de los territorios, y todo lo que
contienen, se vuelve el marco central de referencia. Así surgen formas de
democracia participativa, directa, popular y autogestiva, modos de
autogobierno, redes sin jerarquías pero bajo control ciudadano, que anuncian un
modelo general alternativo, aún sin nombre, que requiere de una construcción
conceptual. Estas novedades crecen y se multiplican por todos los rumbos, a la
espera quizás de dar el salto hacia delante que se necesita: desconocer de
facto el régimen nacional y constituirse en territorios liberados e
independientes que pasen a formar confederaciones, ya no países, sin importar
su localización o tamaño.
Que la democracia es obsoleta es
una tesis comprobable en varias partes del mundo, donde destaca el caso
mexicano. Hoy hay que aceptar que tras 30 devastadores años, el neoliberalismo
es imposible de detener por la vía de los votos, aun cuando el partido ganador
han sido los abstencionistas (39 por ciento). En México, la democracia ha
instituido un presidente sicópata, otro alcohólico y otro más delincuente, en
los últimos 12 años, sin que los ciudadanos podamos revertir o modificar tales
situaciones. El aparato ha vencido, y lo más grave de todo es el vendaval que
viene: el país, como el resto de los estados, deberá enfrentar y resolver las
diversas amenazas de la crisis ecológica global (sequías, inundaciones,
huracanes, derretimiento de glaciares, falta de agua para generar alimentos,
contaminación de mares, costas, ríos; alimentos tóxicos, agotamiento de suelos,
deforestación, aumento súbito de enfermedades, sustancias venenosas). Estas
amenazas toman cuerpo en territorios concretos, a escalas precisas, donde o los
ciudadanos toman decisiones por ellos mismos o sucumben, pues el Estado ha
quedado rebasado. Ese ha sido el caso de Cuetzalan, la Montaña de Guerrero,
Cherán, el amplio territorio de Wirikuta, Tepoztlán, el Chiapas zapatista,
cientos de municipios en Oaxaca. A ello me referiré en un próximo artículo.
1.- ¿Por qué el autor afirma que “Se trata
del acta de defunción, empíricamente sustentada, de uno de los pilares de la
civilización occidental, pieza clave para la toma de decisiones colectivas en
sociedades complejas y baluarte del mundo moderno: la democracia”?
2.-¿ Qué pretende dar a conocer
el autor cuando habla de Grecia y de Rusia?
3.-¿Qué relación hay entre la
democracia y el medio ambiente?
4.- Selecciona cinco argumentos
que da el autor para sustentar el titulo del articulo
5.- ¿A que conclusión llega el
autor?
6.- escribe un texto en el que:
relaciones la lectura con tu contexto, acuerdos con el autor, desacuerdos,
propuestas personales y ejemplos concretos. Invéntale un título a tu texto.
Notas:
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Mandar las
respuestas de las preguntas y el texto en formato de Word, arial 14,
justificado y en archivo adjunto.
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Enviarlo a mas tardar el miércoles 17 de octubre